Para muchos, la mayor oportunidad que nos ofrece internet es la de lanzar un proyecto más allá de las fronteras físicas. Poder poner a disposición de todo el público de forma simultánea una aplicación o servicio, recibir encargos o tener clientes de los más diversos lugares. No obstante, a pesar de la inicial sencillez de lanzar un proyecto internacional, existen gran cantidad de puntos que debemos cuidar con atención. Puede que incluso, para determinados proyectos, el esfuerzo de internacionalización sea mayor que el beneficio que podemos obtener de él.
Durante unos cuantos artículos vamos a ir viendo los diversos puntos a tener en consideración a la hora de lanzar un proyecto internacional.
La barrera lingüística
A la hora de internacionalizar un proyecto, el primer escollo que se nos presenta es el del idioma. Puede parecer sencillo escribir el texto en tu lengua natal y mandarlo a traducir a otras lenguas. No obstante, por desgracia, gran parte del contenido se pierde en la traducción: frases hechas, referencias culturales, televisivas, bromas etc.
No hace falta irnos a idiomas exóticos para cometer errores que puedan afectar a la impresión que dé nuestro proyecto. Es importante recordar que hay tantas formas de hablar un idioma como lugares donde se habla y expresiones que pueden ser de uso común en tu zona pueden ser completamente incomprensibles en otra. Por no hablar de todas esas palabras que significan cosas que ruborizarían a cualquiera (si, cosas como coger, concha y demás).
Salvo que busques atacar a un sector concreto de los parlantes de un idioma, por ejemplo castellano de Argentina o México, deberías procurar realizar textos lo más neutros posible.
Otro de los grandes errores que es común cometer es confiar en exceso de las traducciones automáticas. Por muy bien que lo haga últimamente Google Translate no podremos estar nunca seguros al 100% de que estamos empleando la forma más correcta del idioma. Según mi opinión es mejor ofrecer el texto en un idioma más “universal” como el inglés que ofrecer traducciones a medias. No sé a vosotros pero a mi me horroriza encontrarme aplicaciones o sitios que presumen de estar en mi idioma para luego descubrir que está traducido en plan indio de las películas de vaqueros.
Es muy difícil conseguir usuarios fieles cuando no demostramos el suficiente interés en cumplir sus expectativas y una traducción mala da, sin lugar a dudas, esa impresión.
Además, deberíamos ser capaces de, al menos, comprender el idioma al que nos dirigimos o contar con alguien que pueda hablarlo y escribirlo. Cuando encuentras una aplicación en tu idioma sueles suponer que dispondrás de soporte en tu idioma así que no descartes recibir correos en todos esos idiomas exóticos a los que has traducido tu proyecto.
¿Cómo afrontar la traducción de un proyecto web?
A pesar de que la tarea puede no ser tan sencilla como parecía en un principio, es un esfuerzo que merece la pena si estás seguro de que tu producto puede “venderse” en mercados internacionales (o sea, casi cualquier proyecto independiente de la localización del usuario).
Para evitar sustos posteriores o decepciones podemos seguir una serie de pautas como, por ejemplo:
- Busca un traductor nativo del idioma objetivo con buen conocimiento de tu idioma. Así conseguirás una traducción natural y en la que, incluso, podrías introducir guiños culturales específicos.
- Consigue que alguien compruebe tus traducciones. Nunca está de más que alguien le eche un vistazo a tus textos, más aún cuando puede que ni tú los comprendas.
- Si tu proyecto es complejo y sabes que vas a necesitar dar soporte, busca algún colaborador que pueda comunicarse con tus usuarios. Ten previsto este punto para no tener que salir a la caza de uno en el peor momento.
- Ante la duda, traduce primero al inglés y luego ya veremos. La mayoría de usuarios somos capaces de manejarnos en inglés. Así tendrás tiempo para comprobar en las estadísticas los lugares de procedencia de tus usuarios y no gastarás tiempo, dinero y esfuerzo innecesariamente.